martes, 3 de mayo de 2016

Estupor y temblores, de Amélie Nothomb

Reseña de Patricia López Garrido.

Vuelvo para reseñar un libro que elegimos para la reunión de este mes del Club de Lectura. Se trata de Estupor y temblores, una novela de la que la misma autora, Amélie Nothomb, dijo que era autobiográfica, y que cuenta la historia de una joven occidental (belga, para más señas) que consigue un empleo en una importante compañía nipona en Tokio.

Lo que sigue después es un relato espeluznante de cómo “trabaja” la sobre-jerarquizada sociedad japonesa: “El señor Haneda era el superior del señor Omochi, que era el superior del señor Saito, que era el superior de la señorita Mori, que era mi superiora. Y yo no era la superiora de nadie”.

En realidad no sé muy bien en calidad de qué entra a trabajar Amélie a esta empresa pero su primera función es contestar a una carta de su jefe. Todos los esfuerzos en vano porque cada vez que Amélie le presenta un borrador su superior acaba destruyéndolo. Después reparte el correo, sirve el café, cambia los días de los calendarios de sus colegas y hace fotocopias,...

Solo un buen hombre de la empresa le da, a escondidas, la oportunidad que estaba esperando pero cuando sus superiores se enteran, en especial Fubuki (la señorita Mori) entre en cólera y comienza a atribuirle los peores trabajos de que es capaz, hasta que la relega a limpiar los baños de la oficina.

Aun con esas, Amélie no dimite (en Japón dimitir debe de constituir un agravio para ambas partes) e intenta sacar el lado bueno de lo que hace hasta cumplir el año de contrato firmado. Entre todas estas peripecias, la protagonista y autora hace una radiografía de la sociedad nipona, de la jerarquía y del papel de la mujer, incluso de los suicidios en este país.

En definitiva, un libro fácil de leer, cortito y con el que, quieras que no, se establecen ciertas semejanzas con los trabajos occidentales de hoy en día: superiores mediocres, trabajadoras cualificados, trabajos repetitivos, tareas humillantes,… Para reflexionar.

Si decido quedarme, de Gayle Forman

Reseña de Patricia López Garrido.

Cotilleando en los resúmenes de lecturas de octubre de los blogs que sigo, llegué al nuevo libro de Gayle Forman, Yo estaba aquí. Después, investigando, llegué a su novela más exitosa hasta el momento, Si decido quedarme y, aunque ya sabéis qué opino de las novelas protagonizadas por adolescentes, quise saber cómo resolvía la autora el entuerto en el que metió a Mia (por cierto, que con este libro igualo el número que leí el año pasado. Y me quedan aun siete para el reto de 40 de este año).

Mia es una joven promesa del violonchelo que, por casualidad, queda en coma tras sufrir un accidente de coche con su familia (su madre, su padre y su hermano) en el que la única superviviente de los cuatro es ella.

Pero mantenerse en el mundo o morir es algo que ella debe decidir desde el estado en el que se encuentra. Para ello, recorre toda su vida recordando cómo fue su relación con sus padres, con su hermano, Teddy, con su novio, Adam, con su mejor amiga, Kim, con sus abuelos,… También revive anécdotas, rememora lugares y visualiza su futuro pero, sobre todo, relata su pasión por la música clásica, en especial, por el violonchelo.

A la vez, intercala retazos de lo que sucede en el hospital donde se encuentra ingresada en la UCI, lugar por el que pasan a visitarla y a pedirla que se quede con ellos las personas más importantes de su vida que todavía están. A pesar de su estado, ella puede oírlos y verlos, aunque no tocarlos, y sus testimonios, junto con los recuerdos, le darán la clave para decidir si se va con sus padres y con su hermano o se queda con los demás.

Como veis por el resumen, se trata de un libro duro por la temática que trata. Te hace reflexionar acerca de la instantaneidad, del segundo que todo lo cambia, de la tragedia,… pero también de la vida, de las razones que tiene cada uno para salir adelante, de la fortaleza emocional necesaria para proceder en una situación como esta… Es también una novela repleta de anécdotas, de esas que van conformando la vida poquito a poco, de las pequeñas cosas que dan sentido a los días.

La recomiendo porque, además de todo lo anterior, es fácil de leer, engancha y te hace mirar al horizonte varias veces, con la cabeza perdida… Y te obliga a pensar.