Reseña de Psiquiatras, psicólogos y otros enfermos, de Rodrigo Muñoz Avia, por Johan R. Wilbur. Publicada en la revista de literatura y arte en línea, El Globo Sonda.
Escojo esta frase como título de la reseña porque, al menos para mí, es el
comienzo de toda la historia del protagonista de esta entretenida novela
que hemos escogido para leer en el club de lectura.
En
ella conocemos a Rodrigo Montalvo, un hombre de Madrid, con una vida
acomodada gracias a compartir la gerencia de una empresa de construcción
de ascensores con su padre. Rodrigo es fan de las maquetas de trenes y
del Ice Packing (un deporte absurdo fusión de petanca y hockey
hielo con fregonas). También tiene un todoterreno y se siente afortunado
al tener una esposa encantadora y dos hijos maravillosos.
Pero,
como toda vida, la de Rodrigo no es perfecta, también tiene un gato que
ladra y orina justo donde orina él cada noche antes de irse a dormir,
un vecino exhibicionista que amenaza con enseñar sus partes pudendas a
todas las familias de la urbanización y conviviendo casi pared con pared
tiene a su hermana Nuria, y a su marido, un irritante psiquiatra
llamado Ernesto, el cual, tras una cena y un incidente relacionado con
una chaqueta (concretamente con unos botones ridículos), invita a
nuestro protagonista a su consulta para determinar si sufre algún
trastorno grave, cuando el único trastorno que Rodrigo tiene es lo
insoportable y pedante que es su cuñado, sin más.
Seguro que habréis oído alguna vez cuando alguien cercano os ha dicho: “Pues llevé el coche al taller porque oía un ruidito y me han llevado un dineral en reparaciones”. Pues
esto es un poco lo que le pasa al pobre Rodrigo. Empieza con una simple
alteración en el habla fruto de no aguantar a su cuñado y al cabo unas
cuantas visitas a diferentes psicólogos, psiquiatras, tratamientos con
pastillas e incluso tratamientos homeopáticos y similares, el pobre
sufre de todo.
Por
eso me pareció que la frase inicial era la acertada. Todo empieza con
él un poco alterado y molesto por una persona cercana irritante y a raíz
de que este le “instala” en el cerebro la idea de que no está bien ya
todo va en cadena, la parafasia, la depresión, la dislexia, la obsesión
con la muerte… y, víctima como es, va trastabillando como puede con todo
lo que le va sucediendo hasta el final.
Particularmente
opino que el autor, entre tanta risa, enredo y tal, quiso dejar buena
constancia de que él (como muchos entre los que me incluyo) no cree en
la psicología ni la psiquiatría, y los hombres y mujeres que se dedican a
ello son simplemente inútiles. A mí al menos es lo que más claro me
parece, sobre todo cuando lees fragmentos tan lapidarios como:
He
conocido a por lo menos diez psiquiatras y psicólogos, y también a
varios psicópatas, naturópatas, acupuntores, hipnotizadores, masajistas,
dietistas, homeópatas y curanderos, y por eso creo que tengo
experiencia suficiente para hablar del asunto. Mi opinión es que los
psiquiatras y los psicólogos, aparte de no saber en qué se distinguen
entre sí, están muy enfermos y ésa es la única razón de todos los
problemas que causan, al menos de los míos. Lo digo en serio. Ellos se
dedican a acallar las penas y angustias de los demás para no tener que
oír sus propias penas, para no tener que enfrentarse a los sufrimientos
que ellos también padecen, y que seguramente padecieron antes que nadie.
Cuando un psiquiatra tranquiliza a un paciente, en realidad es a sí
mismo a quien está tranquilizando, aunque no se dé cuenta.
Y
bueno, como digo, les da bastante caña. Porque, aparte de Ernesto, el
irritante, conoceremos a especialistas hippies que parecen querer
seducirlo, u otros que se le pondrán a llorar en medio de un restaurante
presos de sus propios traumas… Ni uno de ellos le ayuda realmente y
como no quiero destripar la novela no entraré en más detalles.
La
recomiendo si lo que se busca es algo divertido, ligero y no se tiene
especial apego a la psicología o no se cree en su utilidad. Fans de los
especialistas de la cabeza, abstenerse, o seguramente os sentiréis
bastante ofendidos si sentís como útil vuestra profesión.
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